5 pensamientos que debemos tener en Trabajo Social

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 1 mins de aprendizaje


Los profesiones del Trabajo Social debemos tener cinco tipos de pensamientos a la hora de intervenir con las personas que atendemos.

Este verano estuve leyendo el libro ‘Trabajo Social con casos’ de Tomás Fernández García, allí reflejaba el autor los cintos pensamientos que debes aplicar a la hora de intervenir y que he querido recoger en este post.

Venga, te dejo que te saltes alguna parte...

5 pensamientos que aplicar en Trabajo Social

Según los autores Spivack y Shure (1970, 1974) los profesionales del Trabajo Social que intervenirnos con individuos, familias y grupos debemos tener una serie de competencias y habilidades cognitivas. Estas competencias se basan en 5 pensamientos.

Pensamiento causal

Es cuando percibimos o comprendemos los fenómenos tienes un por qué y somos capaces de acertar en la atribución.

Un ejemplo de pensamiento causal sería cuando una persona analiza por qué ha perdido el trabajo y acierta en las causas reales propias y ajenas.

Pensamiento consecuencial

Consiste en entender que las situaciones o los hechos conllevan consecuencias en el futuro.

Para poder entender este pensamiento, es cuando una persona se plantea que beber y coger el coche puede suponer tener un accidente de tráfico.

Pensamientos medios-fines

Este pensamiento consiste en encontrar los medios adecuados para obtener determinados fines.

Por ejemplo, cuando una asociación necesita tener más ingresos económicos y realizan campañas o conciertos benéficos para ello.

Pensamiento alternativo

Supone ser capaz de encontrar alternativas a una situación y evaluarlas, y después elegir la más adecuada.

Este tipo de pensamiento lo podemos ver que sucede mucho en las situaciones de violencia de género, cuando la mujer ante el maltrato se plantea dos alternativas: hablar con su pareja para que no lo vuelva a hacer o poner una denuncia y pedir ayuda.

Pensamiento en perspectiva

Es un pensamiento que le podríamos llamar empático, ya que consiste en saber ponerse en el lugar de la otra persona, entiendo sus pensamiento, sentimientos y conductas.

Este tipo de pensamiento se da en nuestro día a día, cuando por ejemplo entendemos los miedos que hay ante una situación de violencia de género, o cuando un compañero nuestro causa baja, y nos toca ahora asumir todas las tareas que él antes hacía y que no le dábamos valor.

A la hora de realizar nuestras intervenciones no solo debemos ser conscientes de saber aplicar estos pensamientos, sino también debemos ser capaces de ayudar a que las personas con las que intervenimos los aprendan y los puedan aplicar en su día a día.

 

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