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Texto y reflexión de la compañera Emma Mayoral Barroso (trabajadora social en Atención Primaria de Salud del SERMAS).
Siempre me gustó mi trabajo y siempre pensé que la institución proveedora de salud era el lugar idóneo para que la salud fuera completa atendiendo también a su parte social.
Siempre sentí que el centro de salud era el lugar perfecto para un buen trabajo social. Se hablaba de equipo de trabajo y las direcciones se acercaban a los centros y atendían a los criterios de los profesionales de los centros de salud.
Me gustaría saber cómo se llega a ser depredador de personas y profesionales… me gustaría entender como aquellos que en un tiempo fueron personas que deseaban ejercer una profesión se han convertido en generadores de enfermedad… me gustaría llegar a comprender porqué los que ocupan puestos de direcciones, subdirecciones, jefaturas, gerentes… se olvidan de sus inicios ( si es que lo tuvieron como el resto), de sus ilusiones, del sentido común y se convierten en » jefes» que cuál guerreros se enfrentan a los trabajadores como si fueran a una batalla pero con un mensaje perverso de protección.
Cuando a las personas nos dejan de ver cómo tales y solo nos ven como elementos útiles para que otros, ellos, consigan llegar a unos objetivos deshumanizados; cuando ellos no nos ven como personas con una formación específica capaces de ofrecer un saber y un hacer a los ciudadanos, a los pacientes, a otras personas; cuando las personas dejamos de ser personas para ser sólo profesionales a los que no se les respeta ni valora su trabajo…, ahí , en esos «cuando» surge la enfermedad…
Aparece la enfermedad del desencanto, de la desilusión , de la apatía, aparece la enfermedad del desconcierto, de no entiendo nada, de lo que me piden es un sinsentido. Aparece el sentirse despreciado como profesional, el dolor de la consciente perversidad; parece la angustia, el miedo a la irreparable equivocación, la falta de tiempo, la ausencia de reflexión y el atragantamiento sin posibilidad de digerir todo lo que recibes de los pacientes y desaparece la vocación y las ganas.
Hoy siento que esa sobrecarga sinsentido, impuesta por esos jefes que hablan de humanización desde su propia deshumanización , con un mensaje perverso y culpabilizador , me ha aplastado impidiéndome continuar con mi trabajo.
Y hoy me veo tirando de mi, sin poder conmigo porque es mucho el peso imposible de calibrar el que aún sostengo….intentando digerir para no vomitar lo que de golpe he tenido que tragar.
Intenté aguantar , pero era demasiado el peso y me pudo… sé que soy una más y también se que hay quienes aguantan aún más e incluso hay quien considera que no es para tanto… pero lo que sí sé es que no me enfermó el trabajo , me enfermó la deshumanización de la institución.
Y a pesar de este sentimiento de culpa por no poder desempeñar en este momento mi trabajo, estoy empezando a ver con claridad cuatro cosas:
- No me avergüenzo de mi por encontrarme así
- De este proceso de cuidado volveré a mi trabajo mucho más fuerte.
- Las personas que como profesionales trabajamos en esta institución somos las que la humanizamos.
- Y por último ,aunque ahora escuchar o leer a mis compañeras y compañeros me genera angustia , sé que llegará el momento en que les podré decir gracias por los momentos de escucha, por las risas y por ser eso compañeras y compañeros.
(Este blog no se hace responsable de las opiniones vertidas en este post. El objetivo es dar la posibilidad a los/as compañeros/as de visibilizar como se siente a través de la web)
7 comentarios en «La humanización deshumanizada»
TOTALMENTE DE ACUERDO CONTIGO
Sanarás y seguirás sintiéndote orgullosa de lo que eres, tus compañeros lo sabemos.
Gracias Ignacio…..
Cuanta razón y cuánta emoción
Es mi sentir. Gracias Lourdes
Emma, me ha encantado leerte. Me ayuda saber que no soy yo sola la que vive con angustia este hundimiento del sistema sanitario público, a veces me parece vivir una realidad paralela. Cuídate mucho, no es fácil ir contracorriente. Cuando lo consideres, me gustaría conocerte. Un abrazo
Gracias Ana Rosa. Ojalá y nunca hubiera sentido lo que escribí y tú tampo esa angustia.
Un saludo